Le pedí a la vida que llegaras un tris después, porque cuando llegaste estaba ocupada con mi desocupe. La vida entendía que era el momento pero yo no. Y no pude decirle no a la vida ni a tu mirada abandonada. Te engrandecí y tú a mi. Ahora estamos felizmente encartadas una con la otra; tú con mi humanidad codependiente, yo con tus plumas rosadas. (Dedicado a Martina, una perrita que adopté tan alegre y fabulosa como un flamingo).